A pie, en bicicleta o a caballo, por senderos que se adentran en parajes que desbordan naturaleza; por aldeas recónditas, casi perdidas, en las que parece que el tiempo se ha detenido; por pueblos con mucho encanto de nuestra geografía. Millones de peregrinos recorren cada año el Camino de Santiago, una forma diferente de hacer turismo y vivir una experiencia irrepetible.
A lo largo de la ruta, el caminante se fusionará con la naturaleza y vivirá la historia en estado puro, sobre todo al llegar a la meta, la Catedral de la ciudad gallega donde se encuentra enterrado el apóstol. Uno de los caminos más importantes es el francés. El recorrido comienza en Saint Jean de Pied de Port y su recorrido transcurre por algunos de los pueblos más bonitos de nuestra geografía.
¿Te animas a descubrirlos? Tienes dos opciones: planificar el viaje por tu cuenta o hacer el Camino de Santiago organizado. ¿Por qué no confiar en una agencia de viajes del Camino para que te ayude a planificar tu escapada, gestionar las reservas en albergues y a conseguir los mejores precios para que tu experiencia sea redonda? Escojas la opción que escojas, te dejamos la lista de los pueblos con más encanto del Camino Francés para que puedas visitarlos con tiempo, disfrutar de sus atractivos y no perder detalle.
Jaca (Huesca)
Tradicional cruce de caminos navarros y franceses, Jaca es un destino ideal por su proximidad con el Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido. Esto la convierte en el paraíso para los amantes de los deportes de invierno, entre ellos el esquí. Si a esto unimos un patrimonio histórico muy interesante con la ciudadela, declarada Monumento Nacional, como máximo exponente, Jaca es una parada obligatoria dentro del Camino de Santiago Francés.
Puente La Reina (Navarra)
Es uno de los pueblos con mayor tradición histórica, donde se juntan el Camino Aragonés y el Camino Navarro. Su puente de piedra medieval sobre el río Arga es cruzado por los peregrinos de una y otra ruta. Antiguamente, existían dos torres, dónde los peregrinos tenían que abonar una tasa de peaje. Su monumento al peregrino, la iglesia del Crucifijo y la Calle Mayor (Rúa del peregrino), uno de los rincones más pintorescos del Camino de Santiago, son de visita obligada.
Sangüesa (Navarra)
Situada a orillas del río Aragón, Sangüesa es una importante etapa del Camino de Santiago par aquellos peregrinos procedentes de Somport y Jaca. Su rico patrimonio histórico-artístico, uno de los grandes atractivos de esta población, merece por sí solo una visita. No te pierdas la Iglesia de Santa María, declarada Monumento Nacional; el Palacio Real y la Iglesia de Santiago El Mayor.
Estella (Navarra)
Este precioso pueblo navarro a orillas del Ega, merece algo más que un alto en el camino. Una parte de la villa, el barrio de San Pedro de la Rúa, coincide en buena medida con el antiguo camino jacobeo y está declarado Monumento Nacional. ¿Los imprescindibles? La Iglesia de San Pedro, La Casa de los Duques de Granada de Ega y la Iglesia de San Miguel.
Nájera (La Rioja)
Situada en pleno Camino de Santiago, este precioso pueblo está dividido en dos partes por el río Najerilla. En el margen izquierdo se sitúa la ciudad vieja, con un monumento que destaca entre todos: el Monasterio de Santa María la Real. Está situado junto a la Plaza de España y fue construido por orden del rey Don García y desde su fundación estuvo destinado a panteón real.
Carrión de los Condes (Palencia)
A 39 kilómetros de Palencia, Carrión se encuentra en pleno Camino de Santiago, es la capital histórica de la Comarca Tierra de Campos y es una de las paradas obligatorias dentro de la Ruta del Románico Palentino. ¿Sus imprescindibles? El Pórtico de la Iglesia de Santiago, que sólo puede compararse con el de la Gloria de la Catedral de Santiago; el Monasterio de Santa Clara, del siglo XIII, y la iglesia de Santa María del Camino o de las Victorias, auténtica joya del románico palentino. ¿Un capricho? Alojarte en el Monasterio de San Zoilo, cuyas dependencias de los monjes han sido convertidas en habitaciones de un hotel único. Su claustro plateresco es uno de los mejores de España.
Astorga (León)
La Catedral y el Palacio Episcopal protegidos por los restos de la muralla romana es la imagen más fotografiada de Astorga, la capital maragata. El Palacio Episcopal, obra de Antonio Gaudí, parece recién salido de un cuento de hadas. Allí disfrutarás con el salón del trono, sus hermosas vidrieras neogóticas, el comedor de gala y la capilla. A 5 kilómetros de Astorga no puedes perderte Castrillo de Polvazares, el más bello ejemplo de la arquitectura popular de toda la comarca.
Ponferrada (León)
¿Siguiente parada? Ponferrada, la capital del Bierzo. Allí nos espera el Castillo de los Templarios, una de las mayores fortalezas del Noroeste de España en la Edad Media. También la basílica de Nuestra Señora de la Encina que, cuenta la leyenda que la imagen fue encontrada por un caballero templario en el hueco de una encina; la antigua Cárcel Real, que alberga el Museo del Bierzo; el Museo de la Radio; el Museo del Ferrocarril y la Calle del Reloj, uno de los rincones más bonitos de la ciudad.
Villafranca del Bierzo (León)
En el Camino Jacobeo y en la confluencia de los ríos Valcárcel y Burbia encontramos Villafranca del Bierzo, uno de los pueblos más bonitos de León. Te sorprenderá su calle del Agua, llena de palacios y casas solariegas, y su castillo, del siglo XVI, asaltado y desmantelado por los franceses e ingleses durante la Guerra de la Independencia. Pero de lo que puede presumir Villafranca es de sus edificios religiosos, que le han hecho merecedora del sobrenombre de «la pequeña Compostela». ¿Y además? En la iglesia de Santiago, románica, los peregrinos incapacitados para seguir el camino ganan el jubileo en la Puerta del Perdón.
O Cebreiro (Lugo)
En la provincia de Lugo, rodeado de impresionantes macizos de montañas, se encuentra O Cebreiro, uno de los enclaves más antiguos y mágicos de la ruta jacobea. El bello paisaje que envuelve esta localidad formado por la Reserva Nacional de los Ancares y la sierra de Caurel; las pallozas, y el Santuario de Santa María la Real, objeto de innumerables leyendas, son la mejor tarjeta de presentación de este pueblito en el que el tiempo parece haberse detenido.
