Toledo es una ciudad de obligada visita para cualquier viajero, ya que estamos hablando de una ciudad declarada Patrimonio de la Humanidad, que encierra en su interior multitud de joyas arquitectónicas dignas de visitar. Entre ellas podemos destacar El Alcázar, la Catedral, la sinagogas de Santa María la Blanca y la del Tránsito, el monasterio de San Juan de los Reyes… y multitud de lugares que no dejarán indiferente a nadie.
[ot-caption title=»Toledo esotérico y oculto» url=»https://www.dondeviajamos.com/wp-content/uploads/2014/04/Plaza-de-Zocodover-donde-se-practicaban-Autos-de-Fe.jpg»]
De igual manera, Toledo cuenta con una antigua tradición relacionada con toda clase de artes ocultas (brujería, esoterismo, alquimia, hechicerías…) a la que todavía podemos seguirle la pista sin ningún problema por distintos rincones de la ciudad. En esta ocasión nos adentraremos en este otro Toledo dominado por toda clase de artes oscuras. Y es que muchas de las calles de la ciudad hacen alusión a la adoración que los toledanos sentían por estas ciencias ocultas. Por ejemplo el Callejón del Infierno, la Travesía del Diablo o el Callejón de la Muerte, entre otros.
[ot-caption title=»Callejón del Infierno» url=»https://www.dondeviajamos.com/wp-content/uploads/2014/04/Callejon-del-Infierno.jpg»]
Desde los orígenes de la ciudad, se ha recurrido de forma habitual a conjuros y hechizos para conseguir propósitos personales relacionados con la salud, el dinero, el amor, etc. Recurrir a estas prácticas era y sigue siendo habitual en la cultura musulmana y judía; debido a que en Toledo convivían estas dos culturas junto con la cristiana, era una práctica muy extendida entre sus habitantes.
Uno de los más ilustres personajes de la ciudad, como es el caso del Marqués de Villena, gran maestre de la Orden de Calatrava, que escondía en los sótanos de su palacio un auténtico laboratorio dedicado a la alquimia. Éste no buscaba riquezas, sino parecer que anhelaba la vida eterna por medio de distintos conjuros. Estos famosos sótanos dedicados a todo tipo de hechicerías están situados, aunque no son de libre acceso, en el paseo del Tránsito, junto a los jardines de la Casa Museo del Greco.
Estas prácticas empiezan a ser perseguidas a finales del siglo XV, momento en el cual se instala el Tribunal de la Santa Inquisición en la ciudad. A partir de ese momento son numerosos los testimonios que nos han llegado de procesos abiertos contra distintas hechiceras que habitaban en la ciudad (Inés del Pozo, Catalina Rodríguez, Leonor Barganza, entre otras….) las cuales fueron condenadas por el Tribunal Inquisitorial con distintas penas.
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Si bien se perseguía la brujería y la superstición, la tarea fundamental del Tribunal de la Inquisición era encontrar a los judaizantes (personas que realizaban el culto judío a escondidas). El 75% de los procesos abiertos por la Inquisición son contra este sector de la población. La mayor demostración de poder del Tribunal se realizaba en los denominados Autos de Fe, procesos abiertos al público que se realizaban en la actual plaza de Zocodover (actual centro bullicioso de la ciudad) y en la plaza anexa a la Catedral en las cuales se podía condenar a muchos reos en una sola sesión. A alguno de estos Autos de Fe llegaron incluso a acudir los Reyes.
Para conseguir la confesión de estos reos, con frecuencia se les sometía a Tormento. Éste se llevaba a cabo por medio de distintos instrumentos entre los que podemos destacar el potro, la silla de Judas, la silla de Interrogatorio… Éstos y otros muchos, los podrás ver en una interesante exposición permanente situada en la calle Alfonso XII. Por un precio de 4 euros podrás adentrarte en el oscuro mundo de las salas de tortura de los siglos XV a XIX.
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