Calas desiertas de fina arena y un mar azul; monumentos de la Edad del Bronce; grandes joyas de la arquitectura urbana como Mahón y Ciudadela; senderismo cargado de historia; típicas fiestas en pueblos remotos donde el viajero disfrutará de lo lindo y una sabrosa gastronomía con una caldereta de langosta como gran protagonista. Y todo esto puedes descubrirlo y disfrutarlo relajadamente en poco más de tres días. Y es que, con 48 km de longitud y 16 de anchura, Menorca posee una carretera principal que une Mahón, en el este, con Ciudadela, en el oeste, con lo cuál las distancias se acortan y el tiempo se detiene. La isla que tiene el privilegio de ser el primer lugar de España donde ver amanecer, es ideal para una escapada vacacional, un puente o incluso un fin de semana en cualquier momento del año. ¿Te hemos convencido? Pues ahora te damos 10 buenas razones para descubrir Menorca y disfrutarla a tope.
1 – Calas y playas de fuerte contraste
Al sur, la finísima arena blanca y aguas turquesa arropan coquetas calas como Macarella, Macarelleta, Turqueta, Es Talaier o Mitjana u otras urbanizadas como Galdana o Punta Prima. Al norte,con el paisaje más salvaje y virgen, son visistas obligadas Cavalleria, Cala Morell y Binimel·la, una playa virgen entre montañas y vegetación en Es Mercadal, a través de la cuál se accede a Cala Pregonda, una cala aislada, poco concurrida donde, si te apetece, podrás practicar nudismo.
2 – Camí de Cavalls, paseando por la historia
Los mejores paisajes de la isla se contemplan recorriendo los 185 kilómetros repartidos en 20 tramos de esta ruta senderista (GR223) cuyos orígenes se remontan al siglo XIV, cuando el rey Jaume II ordenó a los caballeros menorquines poner vigilancia a caballo por todo el perímetro de sus 216 kilómetros de costa.
3 – Sus pueblos con encanto
Más allá del encanto que tienen sus pueblos de pescadores como Binibeca, uno de los lugares más turísticos de la isla, la Menorca interior es otro gran atractivo de la isla, para conocer sus raíces rurales. Alayor, fundada en 1304 por Jaime II y rebautizada como el Montpellier de Menorca por los franceses es, con sus bellas casitas encaladas, un importante centro de producción de quesos. También destaca por su creatividad pastelera y fue cuna de los famosos helados La Menorquina. Desde Atalayor se pueden visitar varios yacimientos arqueológicos prehistóricos, como el poblado talayótico de Torre d’en Gaumès o el de Torralba d’en Salord. No podemos pasar por alto Es Mercardal, una encantadora población situada en el interior de la isla, en la carretera principal que une Mahón con Ciudadela. Está enmarcada en un bello paisaje y puede presumir de un espectacular aljibe del siglo XVIII y de la cercanía al Monte Toro, pero esta es otra de la razones por la que tienes que visitar Menorca.
4. Monte Toro, su cima y corazón panorámico
Menorca es una isla plana cuya única montaña apenas tiene 358 metros. Pero su techo ofrece la mejor panorámica de toda ella, además de acoger el santuario de su patrona, la Madre de Dios del Toro (siglo XVII). También llama la atención la espectacular estatua de un Cristo redentor, que recuerda al del Corcovado de Río de Janeiro.
5 – Maó-Ciutadella; tan distintas, tan seductoras
Son las dos principales ciudades de Menorca y las dos compartieron una historia de tragedias durante el siglo XVI, cuando fueron atacadas, saqueadas y prácticamente destruidas por los piratas. Pasear por los callejones de ambas ciudades y disfrutar de sus monumentos se convertirá en un auténtico placer.
Maó, puerta de entrada y marítima a Menorca y su capital, aún conserva el aire que le dieron los británicos, que permanecieron casi un siglo en la isla. Destaca su puerto (el natural más grande de Europa) donde está la destilería de gin Xoriguer, su ginebra autóctona.
Ciutadella, la antigua capital, es una joya de piedra que reviste las señoriales fachadas de sus palacios. Su laberinto de callejuelas, la Catedral de Menorca y un puerto que parece un canal veneciano son otros de sus atractivos. No te pierdas el Castell de Sant Nicolau, situado en una zona elevada a la entrada del puerto de Ciutadella, contruido en el siglo XVII con la intención de defenderlo de los ataques del mar. Después acércate hasta el faro de Artrutx que se encuentra a tan sólo 7 kilómetros de la población.
Y en los alrededores de ambas ciudades…
6– La Menorca Talayótica
Se remonta a 4.000 años atrás y hay más de 1.500 yacimientos en la isla, con construcciones tan llamativas como los talaiots, las taulas y las navetas. Este patrimonio es único en el mundo por la tipología de algunas de estas construcciones, su excelente estado de conservación, su monumentalidad y su densidad (¡2 por km2)!), por lo que es candidato a Patrimonio Mundial de la Humanidad.
En los alrededores de Mahón podemos encontrar el poblado talayótico de Talatí de Dalt; el yacimiento de Rafal Rubí, que cuenta con dos navetes de enterramiento, típicas de la cultura megalítica de la isla de Menorca; la basílica paleocristiana des Fornàs de Torrelló, del siglo VI, que fue construida en la época de la conquista bizantina y el poblado talayótico de Trepucó, formado por un gran talayot y un santuarioi con una taula en el centro.
Por otro lado, Ciudadela es punto de partida para visitar también varios yacimientos prehistóricos de gran interés como el poblado talayótico de Son Catlar, el mayor que se conserva en Baleares; la Naveta des Tudons, uno de los monumentos más característicos de la civilización prehistórica de Menorca; el poblado de Torretrencada, que destaca por su taula, una de las más bellas de la isla. El yacimiento de Torrellafuda es un gran poblado talayótico rodeado de un bosque de encinas con un talayot, una taula, cuevas artificiales subterráneas y restos de murallas. Y la necrópolis de Cala Morell está situada en un puerto natural abierto a la costa, donde se excavaron, durante la Edad del Bronce y la del Hierro, un conjunto de cuevas que imitan las casas circulares de la época talayótica. Son las mayores y las más espectaculares de la isla.
7 – Excursiones marítimas y deportes náuticos
El mar forma parte de la esencia de Menorca. Para descubrir los rincones más bellos y recónditos de su costa, nada mejor que navegar en catamaranes u otras embarcaciones. Y para divertirse de forma activa, practicar deportes náuticos como el kayak, windsurf, vela, submarinismo, paddle surf o motos acuáticas.
8 – A caballo o en bicicleta
Recorrer la isla a lomos de un caballo es una experiencia única para disfrutar de este paraíso natural. Diversas empresas organizan salidas individuales o en grupo adaptadas a todos los niveles. Otra alternativa de turismo activo es la bicicleta, para lo cual la isla dispone de 21 trazados cicloturistas perfectamente señalizados.
9 – Sus fiestas: ‘jaleos’ ecuestres
La isla es famosa por sus caballos de raza y estos son los protagonistas de todas sus fiestas populares, que arrancan con las de Sant Joan en Ciutadella (23 y 24 de junio). Los ‘jaleos’ o cabalgadas a dos patas mientras la gente aguanta los músculos del animal desde sus costados son un espectáculo único e inolvidable.
10 – Gastronomía de proximidad
Aunque el plato estrella es la Caldereta de langosta –sencillo guiso de pescadores elevado a excelso manjar– la cocina menorquina es rica en matices y puede degustarse a través de diversas La gastronomía es otro de los grandes atractivos principales de la isla. Aunque el plato estrella es Caldereta de langosta –sencillo guiso de pescadores elevado a excelso manjar–, el popular “oliaigo”, un plato elaborado a base de sofrito de ajo, cebolla, pimiento verde y sobre todo tomate, que se acompaña de melón o higos, es otro de los platos que no puedes dejar de probar. Productos de excelente calidad como pescados y marisco, embutidos, en especial la sobrasada, el queso con denominación de origen “Mahón-Menorca”, su mundialmente famosa mahonesa o su apreciada repostería harán las delicias de cualquier paladar.