Pocos lugares en España desprenden tanto misterio y han sido escenario de hechos tan increíbles como el Barranco de Badajoz, un espacio único situado a pocos kilómetros de la localidad tinerfeña de Güímar. La fama del Barranco se remonta a los años 1910 y 1912 cuando un grupo de obreros trabajaban en la excavación de un pozo en busca de agua, tan escasa en la isla. De repente se toparon con una cueva cuyo interior albergaba unas escaleras talladas en la roca que parecían dirigirse hacia algún lugar más arriba. Cuando intentaron subir, en la parte superior aparecieron dos seres muy altos vestidos de blanco, de aspecto inquietante.
La historia, que corrió como la pólvora, dio lugar a todo tipo de especulaciones. Fueron muchos los que decían que los dos seres vestidos de blanco indicaron a los obreros donde estaba el agua que buscaban. Otros no tenían tan buenas sensaciones sobre los seres misteriosos. También se comenta que esta raza de seres blancos está relacionada con los frecuentes avistamientos de luces en la zona.
Este suceso, convertido en leyenda, atrajo a gentes que, durante muchos años, ha ido al barranco a intentar desvelar los secretos de tan misteriosos seres. En la actualidad son muchas las personas que acuden a este lugar, especialmente los fines de semana y la noche de San Juan para celebrar el solsticio de verano. Pero éste no es el único misterio…
Llamativo es el hecho del gran número de desapariciones que aquí se han producido en las últimas décadas. La más espectacular ocurrió a finales del siglo XIX cuando una niña del cercano pueblo de San Juan fue a recoger peras a los pies del barranco. La niña, que se quedó dormida, despertó al sentir que un ser de gran altura le tocaba en el hombro. La niña acompañó al enigmático ser hasta el interior de una cueva y, tras charlas horas con él, decidió volver a su casa. Lo increíble de este episodio es que cuando la chica volvió a su casa sus padres y parientes eran unos ancianos, mientras que ella permanecía exactamente igual. La entrada a la cueva fue cerrada por los vecinos del lugar para evitar que casos así volvieran a suceder.
Pero más sucesos extraños se han dado por estos parajes…
Nos remontamos al 1 de julio de 1990 y el protagonista de la siguiente historia es un fotógrafo llamado Teyo Bermejo, conocedor de los misterios que encerraba el Barranco. Allí se dirigió aquella noche y tras un largo rato sin que ocurriera nada, de repente apareció un aleteo por encima de él. Cámara en mano, Teyo disparó varias instantáneas hacia el lugar de donde parecía venir el ruido.
Tras revelar las fotografías, cuál fue la sorpresa cuando sobre el papel aparecía una figurada alada de gran tamaño, que aparecía desenfocada debido a la gran velocidad que se movía. Posteriormente se descartó que estas fotografías eran fraudulentas. ¿Qué era este misterioso ser? Quien sabe…
Lo que es realmente curioso es que ya en 1920 los alemanes comenzaron a interesarse por este lugar. No sabemos si debido a intereses militares o por los testimonios de algunas personas que aseguraban que en días de niebla allí había una ciudad de cristal que muy pocos habían visto.
También en el año 1960 un ciudadano alemán llegó a la zona con un plano en busca de siete lugares donde había unas señales. De las siete señales sólo pudo dar con una, que se encontraba en una roca. Eran unas siglas AVO o AVD. Las otras seis señales no las encontró y del alemán y su plano nunca más se supo.
Como puedes ver, mil y un misterios se encierran en este lugar aunque…todavía nos queda uno por desvelar. Hay quien dice que en una de las cuevas del Barranco descansan los restos del rey guanche Bencomo junto a sus tesoros. ¿Será verdad? ¿Te atreves a buscarlo?