Uno de los lugares que no podemos dejar de visitar si vamos a Alicante es Calpe, una villa de gran tradición marinera, arropada por el espectacular Peñón de Ifach, que cuenta entre sus atractivos con unas extensas playas de arena fina y dorada, un animado paseo marítimo, un coqueto casco histórico y, cómo no, una exquisita cocina a base de pescado y marisco.
El Peñón de Ifach es, sin duda, uno de los grandes atractivos de esta localidad alicantina, de hecho está considerado como el símbolo de la Costa Blanca. Se trata de una roca espectacular metida en el agua, que está declarada Parque Natural. En ella habitan numerosas especies de aves y gran variedad de plantas. Si quieres disfrutar de unas vistas inigualables, no dudes en ascender hasta la cima: ¡330 metros de subida te están esperando!
A los pies del Peñón se encuentran playas de aguas cristalinas como la de “Levante” o “La Fossa”, las de “Cantal Roig” o “Arenal-Bol”; también el puerto pesquero y el Real Club Náutico. Además, la localidad cuenta con un largo Paseo Marítimo salpicado de bares y restaurantes donde poder disfrutar de un marisco increíble. Otra parada obligatoria: El yacimiento romano de los Baños de la Reina.
Una ruta por las callejuelas del casco antiguo salpicado de numerosos museos (Museo Fester, Museo del Cómic, Arqueológico, del Coleccionismo) y monumentos como el Torreón de La Peça, la ermita de San Salvador o la iglesia parroquial Señora de las Nieves entre otros, es un plan de lo más apetecible. La curiosa iglesia de la Virgen de las Nieves alberga la imagen del santo Cristo del Sudor. Cuenta la leyenda que en el año 1682, mientras unas vecinas rezaban, del rostro comenzaron a caer unas gotitas de color rojo y, cuando estas vecinas se acercaron, comprobaron que se trataba de sangre. Desde entonces, esta imagen es venerada con una gran devoción. Delante de esta iglesia se encuentra la Plaza del pueblo, una de las más bonitas de Calpe. Ideal para hacer una paradita.